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Redes sociales públicas: La batalla por la democracia digital

1. Introducción: Las redes sociales como herramientas del poder corporativo y político

Las redes sociales ya no son, si es que alguna vez lo fueron, espacios neutros de interacción, sino herramientas clave en la disputa por el control de la información, las emociones y las narrativas que configuran nuestras sociedades. Empresas como Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp) y Twitter no solo priorizan el lucro, sino que han facilitado dinámicas de manipulación, polarización y explotación política al servicio de las élites económicas y políticas.

En este contexto, la extrema derecha (última respuesta del capital) ha encontrado un campo fértil para amplificar su agenda antidemocrática, instrumentalizando estas plataformas para diseminar desinformación, promover discursos de odio y consolidar estructuras de poder autoritarias. Sin embargo, estas prácticas no son anomalías del sistema, sino el resultado directo de un modelo económico que sacraliza la propiedad privada, permitiendo a estas corporaciones operar con un poder desmesurado y sin rendición de cuentas.

2. La sacralización del derecho privado frente al bien común

El modelo actual de redes sociales se encuentra tutelado por intereses privados que protegen a las grandes plataformas mediante marcos legales que priorizan la propiedad y los beneficios corporativos por encima del bienestar colectivo. Este enfoque ha permitido a empresas como Meta y Twitter ejercer prácticas monopolísticas y desviar el foco del interés público hacia la maximización del lucro privado.

El derecho privado, erigido como un dogma incuestionable, otorga a estas compañías un control absoluto sobre los datos, las interacciones sociales y la información que circula en sus plataformas. Este control refuerza la estructura de poder de las élites económicas, que encuentran en las redes sociales un aliado para perpetuar desigualdades y desactivar cualquier intento de regulación que amenace su dominio.

Este modelo, fundamentado en la mercantilización de los datos y el espacio digital, no solo obstaculiza la construcción de un espacio común democrático, sino que convierte a las redes sociales en un mecanismo al servicio del neoliberalismo, donde las interacciones humanas se transforman en mercancías y los intereses del mercado subordinan cualquier consideración ética o social.

3. Redes sociales: aliadas de la extrema derecha y el neoliberalismo

La extrema derecha económica y política ha explotado las dinámicas de las redes sociales privadas para reforzar su agenda. Esto ha sido posible gracias a algoritmos diseñados para maximizar el tiempo de uso, priorizando contenido polarizante y emocionalmente manipulador. Las estrategias más destacadas incluyen:

  • La normalización del discurso de odio: Plataformas que permiten la difusión de mensajes racistas, misóginos y xenófobos bajo el pretexto de la libertad de expresión.
  • La desinformación masiva: Desde teorías de la conspiración hasta campañas antivacunas, estas narrativas prosperan en un entorno digital diseñado para viralizar lo más extremo.
  • La manipulación emocional: El uso de datos personales para crear campañas de microsegmentación que explotan los temores y prejuicios de los usuarios.

En este contexto, las redes sociales actúan como agentes del poder neoliberal, consolidando un sistema donde los derechos colectivos son sacrificados en nombre de la sacrosanta propiedad privada. El acceso desigual al espacio digital y la explotación comercial de datos son síntomas de una estructura profundamente antidemocrática que perpetúa la desigualdad.

4. La necesidad de redes sociales como infraestructuras públicas

Es hora de redefinir las redes sociales como infraestructuras digitales de uso público, fundamentales para el ejercicio democrático. Su impacto social y político trasciende su condición de negocios privados; son espacios donde se construyen las bases del debate público, la cohesión social y las decisiones colectivas.

Para ello, es imprescindible:

  • Transparencia total: Los algoritmos deben ser abiertos, auditables y diseñados para priorizar información veraz y debates constructivos.
  • Protección de la privacidad: Garantizar que los datos de los usuarios no sean explotados comercialmente ni utilizados para manipulación política.
  • Acceso igualitario: Asegurar que todos los ciudadanos puedan participar en estas plataformas sin restricciones económicas ni tecnológicas.
  • Participación democrática: Integrar a los usuarios en la gestión y diseño de las redes, promoviendo un modelo participativo y deliberativo.

5. Propuesta de un modelo de redes sociales públicas

Un sistema de redes sociales públicas debe basarse en principios de equidad, transparencia y participación democrática. Estas plataformas, financiadas con fondos públicos y gestionadas de manera transparente, deben operar fuera del alcance de intereses corporativos o gubernamentales.

Características fundamentales del modelo:

  • Algoritmos al servicio del bien común: Públicos y comprensibles, diseñados para evitar la polarización y promover el debate informado.
  • Protección integral de la privacidad: Prohibir la explotación comercial de datos personales y garantizar el anonimato cuando sea necesario.
  • Participación inclusiva: Fomentar un entorno accesible para todos, donde ninguna barrera económica o técnica limite la participación.
  • Independencia de intereses privados: Establecer mecanismos de control ciudadano que aseguren la gestión ética y libre de injerencias externas.

6. Superando los desafíos hacia una soberanía digital

La transición hacia redes sociales públicas enfrenta múltiples obstáculos, desde la resistencia de las grandes tecnológicas hasta la necesidad de superar el poder normativo y cultural del dogma de la propiedad privada. Para avanzar, será necesario:

  • Descentralización tecnológica: Impulsar plataformas de código abierto y modelos cooperativos.
  • Educación crítica: Fomentar habilidades digitales que capaciten a los usuarios para identificar y resistir la manipulación.
  • Movilización política: Construir coaliciones sociales que exijan soberanía digital y rechacen la explotación comercial del espacio digital.

7. Construir el espacio digital como bien común

La sacralización del derecho privado ha permitido que las redes sociales se conviertan en herramientas de manipulación al servicio de las élites económicas. Romper con este dogma es esencial para recuperar el espacio digital como un bien común, gestionado colectivamente en beneficio de la humanidad.

Un modelo de redes sociales públicas no es solo viable, sino imprescindible para garantizar una Internet que promueva la democracia, la justicia social y el respeto a los derechos humanos. Es hora de avanzar hacia una soberanía digital que priorice el bien común y ponga fin al dominio de las grandes corporaciones sobre nuestras vidas digitales.

La tecnología debe estar al servicio de la humanidad, no del mercado. Construir redes sociales públicas es el primer paso para garantizar un futuro donde la comunicación y la participación digital estén al alcance de todos, libres de explotación y manipulaciones.

Proletkult.

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