En las sociedades modernas, la noción de propiedad privada se presenta generalmente como un derecho fundamental e inalienable. Sin embargo, un análisis crítico de fenómenos sociales como la gentrificación y la ocupación de viviendas revela que la propiedad privada no es un derecho universal, sino un privilegio condicionado por la posesión de capital. Ambos casos ilustran cómo la propiedad se construye no sobre un principio de justicia social, sino sobre la capacidad económica para mantener y defender ese derecho. Este artículo explora cómo estos fenómenos exponen la propiedad como un privilegio, y no como un derecho inherente a todos los seres humanos.
La Gentrificación: Expulsión por Capital
La gentrificación es un proceso urbano que ha tomado fuerza en muchas ciudades del mundo, especialmente en áreas históricamente marginalizadas o de clases medias bajas. Consiste en el desplazamiento de los habitantes originales de un barrio por parte de personas con mayores recursos económicos, quienes adquieren propiedades a precios elevados o invierten en la renovación de viviendas y comercios, modificando el paisaje económico y social del área. En este proceso, la propiedad se convierte en una herramienta de exclusión: aquellos que no tienen la capacidad económica para afrontar los aumentos de precios terminan siendo desplazados, perdiendo su derecho a permanecer en sus hogares.
El derecho a la propiedad en este contexto no se sostiene sobre un principio de justicia social, sino sobre la capacidad de un grupo privilegiado de individuos o entidades para comprar y mejorar propiedades. La gentrificación pone de manifiesto que, en realidad, la propiedad no es un derecho inherente, sino que depende de la capacidad económica para acceder a ella. Así, las personas que antes podían permitirse vivir en un barrio terminan siendo expulsadas, mientras que quienes tienen el capital necesario ocupan esos mismos espacios, incluso sin haber sido parte del origen de esa comunidad.

La Ocupación: El Mal Necesario Ante la Exclusión
Por otro lado, la ocupación de viviendas es otro fenómeno que revela cómo la propiedad se fundamenta en el privilegio del capital. La grandísima mayoría de personas que ocupan propiedades vacías o abandonadas lo hacen porque no tienen acceso a la compra o alquiler de viviendas debido a su posición económica. En vez de ser reconocidos como individuos en situación de vulnerabilidad, muchas veces los ocupantes son criminalizados y tratados como infractores de la ley. Sin embargo, su acción no es más que una respuesta a un sistema que les niega el acceso a un espacio vital básico.
La ocupación revela la contradicción inherente en la sociedad capitalista: mientras que las propiedades permanecen vacías, otros son condenados a la exclusión simplemente porque no tienen los recursos necesarios para acceder a ellas. Este acto de «tomar» un espacio vacío desafía la idea de que la propiedad privada es un derecho, ya que pone de manifiesto que el acceso a la vivienda depende directamente de la capacidad económica de los individuos. La propiedad, en este contexto, no es un derecho universal, sino una construcción social en la que el capital juega un papel determinante.
La Propiedad Como Privilegio Condicionado por el Capital
La comparación entre la gentrificación y la ocupación ilustra de manera rotunda que la propiedad privada no es un derecho humano inherente, sino un privilegio condicionado por el capital. En ambos casos, el acceso a un espacio vital depende de la posesión de recursos económicos. La gentrificación muestra cómo aquellos con mayor capital pueden desplazar a quienes han vivido en un área durante generaciones, mientras que la ocupación revela la imposibilidad de acceder a la vivienda por parte de aquellos que no cuentan con los medios suficientes.
Este análisis cuestiona la legitimidad del concepto de propiedad privada tal como lo entendemos hoy en día. En lugar de ser una extensión del derecho a la vida, la propiedad se revela como un bien que solo unos pocos pueden reclamar debido a su poder económico. En este sentido, la propiedad se convierte en un medio de consolidación de la desigualdad, perpetuando la exclusión social y económica de aquellos que no pueden participar en este juego capitalista.
La Necesidad de Repensar la Propiedad
Al comprender la propiedad como un privilegio condicionado por el acceso al capital, se abre la puerta a la reflexión sobre alternativas a la estructura actual. La noción de propiedad social o la propiedad asociada al uso podría ser un camino hacia la superación de estas desigualdades. Sin embargo, para ello será necesario cuestionar las estructuras que legitiman la concentración de riqueza y poder, y construir un modelo en el que el acceso al espacio vital no dependa de la capacidad de pagar, sino de la necesidad básica de cada ser humano.
La gentrificación y la ocupación son solo dos ejemplos de cómo la propiedad privada, lejos de ser un derecho inherente, es un privilegio que se juega en función del capital. Este análisis invita a una reflexión crítica sobre cómo podemos redefinir la propiedad en un mundo más justo, donde el acceso a los bienes esenciales no dependa de la acumulación de riqueza, sino de principios de solidaridad y equidad.