Publicado en

Contra el Mito del Emprendimiento Capitalista

El capitalismo ha logrado convertir al emprendimiento en un ideal aspiracional que, bajo su fachada de libertad y éxito personal, esconde una realidad profundamente explotadora. En lugar de ser una vía para la emancipación económica, el emprendimiento capitalista representa una de las herramientas más eficaces del sistema para perpetuar la autoexplotación, desactivar la conciencia de clase y, lo más insidioso, fragmentar la lucha colectiva de la clase trabajadora. Este artículo busca desmantelar el mito del emprendimiento como solución a las desigualdades sociales y poner en evidencia sus contradicciones inherentes dentro del marco capitalista.

1. El Mito de la Autonomía y el Éxito Personal

En la narrativa capitalista, el emprendedor es glorificado como un individuo autónomo, valiente y creativo, capaz de escapar de la opresión del empleo asalariado para alcanzar la libertad económica. Se le presenta como el ejemplo máximo de superación, alguien que toma las riendas de su vida y, a través de esfuerzo y dedicación, crea riqueza. Este relato se asocia con la promesa de movilidad social, el sueño de ascender de clase mediante la propiedad de un negocio propio.

Sin embargo, esta narrativa omite deliberadamente las condiciones estructurales que determinan el acceso al éxito en el mundo empresarial. En realidad, muy pocos emprendedores alcanzan el éxito prometido, ya que el capital necesario, el acceso a redes de contactos y las condiciones sociales juegan un papel determinante en el «triunfo». Lo que el sistema no menciona es que, mientras el emprendedor parece tener control sobre su destino, es el capitalismo quien, a través de la precarización del trabajo y la desigualdad, organiza las condiciones para que muy pocos tengan éxito.

2. La Autoexplotación como Motor del «Éxito»

En su fase inicial, el emprendimiento es sinónimo de autoexplotación. El emprendedor no solo asume el riesgo económico y la responsabilidad del negocio, sino que también es sometido a una jornada de trabajo más extensa que la de cualquier asalariado. Las horas de trabajo suelen ser interminables, y los ingresos, inciertos y muchas veces inferiores a los de un empleo tradicional. La promesa de «ser tu propio jefe» rápidamente se convierte en una trampa que explota la creatividad y el esfuerzo del individuo sin las protecciones laborales que, en teoría, deberían ofrecer los empleos convencionales.

Esta autoexplotación, lejos de ser una característica pasajera, tiende a prolongarse hasta que el emprendedor se ve atrapado en un ciclo de trabajo ininterrumpido, donde el negocio consume toda su energía, y las recompensas económicas se distribuyen de manera desigual, en favor del capital en lugar de los trabajadores involucrados. A largo plazo, la independencia que se busca termina siendo una ilusión, ya que el emprendedor queda sometido a las mismas fuerzas de explotación que los trabajadores asalariados, pero con mayor vulnerabilidad.

3. La Fragmentación de la Clase Trabajadora

El capital tiene un interés fundamental en difundir la ideología del emprendimiento, ya que promueve la fragmentación de la clase trabajadora. Mientras la narrativa capitalista presenta a los emprendedores como una clase distinta de los trabajadores asalariados, lo cierto es que muchos de ellos, lejos de ser pequeños capitalistas, son trabajadores precarizados que, al no poder acceder a un empleo digno, se ven obligados a buscar alternativas en el mercado por su cuenta. Sin embargo, el sistema les ofrece muy pocas herramientas para organizarse colectivamente.

La ideología del emprendimiento fomenta la competencia entre individuos, en lugar de la colaboración colectiva, debilitando la solidaridad y el poder de negociación de los trabajadores. Al presentar al emprendimiento como un acto de libertad personal, se desvía la atención de la lucha de clases, un concepto fundamental en la teoría marxista, y se les impide reconocer que, en el fondo, están sometidos a las mismas estructuras de explotación que los trabajadores asalariados.

4. El Emprendimiento en el Contexto del Capitalismo Tardío

El capitalismo tardío se caracteriza por la concentración del poder económico en manos de unas pocas corporaciones multinacionales que controlan sectores clave de la economía. En este contexto, el emprendimiento parece ofrecer una vía de escape, pero no es más que un paliativo que oculta las desigualdades inherentes al sistema. El emprendedor independiente, aunque aparentemente fuera de las estructuras tradicionales de trabajo, sigue siendo parte de un sistema que lo utiliza como fuerza laboral sin ofrecerle los beneficios de la colectividad.

Además, las grandes corporaciones no se ven afectadas por la proliferación de pequeños emprendedores; de hecho, se benefician de ellos. Muchas veces, los emprendedores terminan siendo pequeños proveedores de servicios o productos que alimentan el ciclo de explotación y la consolidación de las grandes empresas, perpetuando un sistema económico en el que solo los grandes actores salen ganando.

5. Alternativas: Hacia una Economía Colectiva

Para superar las contradicciones del emprendimiento capitalista, es necesario construir un modelo económico basado en la solidaridad colectiva y la organización política de los trabajadores. La alternativa es clara: en lugar de promover el individualismo y la autoexplotación, debemos avanzar hacia un modelo económico donde la producción sea gestionada colectivamente por quienes la realizan, eliminando la lógica de la competencia destructiva y orientando el trabajo hacia el bienestar social y no al lucro privado.

En este modelo, los trabajadores no serían solo sujetos pasivos de la explotación, sino actores conscientes y activos en la toma de decisiones que afectan a sus vidas, tanto dentro como fuera del espacio de trabajo. La economía cooperativa, los sindicatos de trabajadores y los movimientos sociales tienen el potencial de crear estructuras alternativas que desafíen las relaciones capitalistas, orientadas a la justicia social, la equidad y la solidaridad.

Conclusión

El mito del emprendimiento capitalista es, en última instancia, una estrategia ideológica que busca desactivar la lucha de clases y perpetuar la explotación laboral bajo una fachada de libertad e individualismo. En lugar de ofrecer soluciones reales a las desigualdades estructurales, esta ideología contribuye a la autoexplotación de los trabajadores y fragmenta la posibilidad de una lucha colectiva efectiva. Para lograr una transformación real, es esencial pasar de la lógica del emprendimiento hacia una economía que ponga en el centro a las personas y no al capital, construyendo alternativas colectivas que puedan desafiar las bases del sistema económico actual.

Proletkult.

Suscríbete a nuestra Newsletter mensual.