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Julián Besteiro y la incapacidad histórica de la burguesía progresista para liderar la lucha de clases

Julián Besteiro (1870 – 1940), líder socialista de la Segunda República Española, encarna un ejemplo revelador de la incapacidad de la burguesía progresista para liderar la lucha de clases en momentos de crisis histórica. Su postura neutral, que rechazaba, de igual modo, tanto el golpismo fascista como las medidas transformadoras impulsadas por sectores populares, debilitó las posibilidades de resistencia republicana y, como ha demostrado la historia, terminó favoreciendo al fascismo.

LA «REVOLUCIÓN» COMO DEFENSA DE LA LEGALIDAD REPUBLICANA

Es importante subrayar que lo que algunos podrían llamar «revolución» en el contexto de la Guerra Civil Española no era una revolución en el sentido clásico, sino la expresión de la defensa de la legalidad republicana en tiempos de guerra. La resistencia, encabezada por el pueblo organizado y sus representantes más combativos, buscaba preservar el orden democrático frente al ataque golpista de los sectores reaccionarios.

En este sentido, las transformaciones llevadas a cabo por el Frente Popular y las organizaciones obreras —como la colectivización de la tierra y la industria— no respondían a una ruptura arbitraria con el orden existente, sino a la necesidad de garantizar la supervivencia del Estado republicano. Estas medidas, lejos de ser revolucionarias en su raíz, eran el resultado lógico de la movilización popular para defender la legitimidad democrática frente a la amenaza fascista.

LA NEUTRALIDAD COMO HERRAMIENTA DEL FASCISMO

Besteiro, sin embargo, rechazó estas transformaciones y optó por una postura de conciliación entre golpistas y golpeados. Argumentaba que la guerra debía terminar a través de la negociación, considerando que tanto el conflicto armado como las acciones populares radicales eran un error. Esta posición, aunque presentada como un intento de evitar sufrimientos mayores, desmovilizó al bando republicano y restó legitimidad a los esfuerzos colectivos de resistencia.

La posición, “neutral”, de Besteiro no fue neutral en sus consecuencias. En un enfrentamiento en el que el fascismo no dudó en utilizar todos los medios a su disposición —violencia extrema, represión masiva y propaganda—, la indecisión y las soluciones conciliadoras actuaron como una herramienta indirecta al servicio de las fuerzas reaccionarias. Como ha demostrado la historia, la neutralidad siempre favorece al fascismo.

¿NEUTRALIDAD O COMPLICIDAD? EL PAPEL DE BESTEIRO EN EL CONSEJO NACIONAL DE DEFENSA

La participación de Besteiro en el Consejo Nacional de Defensa, liderado por Segismundo Casado, plantea interrogantes fundamentales sobre su proclamada neutralidad durante el conflicto. Este organismo, creado en los últimos días de la guerra con el objetivo de negociar una rendición con Franco, se convirtió en un catalizador para la desarticulación del Frente Popular y la consolidación de la victoria franquista.

¿Podemos considerar neutral la decisión de Besteiro de unirse a un movimiento que, bajo el pretexto de evitar más derramamientos de sangre, desmanteló la resistencia republicana y entregó el poder al fascismo? Su participación en este consejo no solo contradecía su propia retórica de mantenerse al margen de las posiciones extremas, sino que también socavó directamente los esfuerzos del Gobierno Republicano por mantener la legitimidad de su lucha.

Asimismo, cabe cuestionar hasta qué punto la postura de Besteiro reflejaba una «inocencia burguesa» o una «buena fe» mal entendida. Como decía más arriba, durante la guerra, las medidas populares promovidas por el Gobierno Republicano, como la colectivización de tierras y fábricas o la militarización de las milicias, representaban no solo una respuesta necesaria a la amenaza fascista, sino también una expresión legítima de la soberanía popular. Besteiro, al oponerse a estas medidas y defender una vuelta a la normalidad burguesa, se posicionó en contra de las transformaciones revolucionarias que, en ese contexto, eran esenciales para sostener la lucha.

¿Era esta oposición un simple error de juicio, fruto de su idealismo reformista? ¿O debemos interpretarla como una manifestación más de la incapacidad de la burguesía progresista para alinearse con las necesidades históricas de la clase trabajadora? En cualquier caso, la consecuencia de su postura fue clara: al priorizar un orden imposible de restaurar sobre las iniciativas populares, debilitó las bases de resistencia y dejó el camino abierto para el triunfo del fascismo.

LA CONTRADICCIÓN DEL SECTOR PROGRESISTA DE LA BURGUESÍA

La postura de Besteiro no fue un caso aislado, sino un reflejo de las limitaciones históricas de la clase burguesa. Esta clase, que en sus orígenes desempeñó un papel transformador, llegó a su etapa de decadencia incapaz de liderar los procesos de cambio. Ante la amenaza de la revolución socialista, optó por una imposible «vía intermedia», que buscaba preservar el orden burgués incluso a costa de ceder terreno al fascismo.

En el caso español, Besteiro encarnó esta contradicción al rechazar tanto las transformaciones populares como la violencia reaccionaria del franquismo. Sin embargo, en el contexto de una crisis orgánica del capitalismo, como la que describió Antonio Gramsci, solo existían dos opciones: avanzar hacia el socialismo o permitir el triunfo del fascismo. La «neutralidad» de Besteiro, en lugar de ser un puente hacia la paz, fue un factor que facilitó la derrota de la República y la consolidación del régimen franquista.

LA TEMPORALIDAD DEL PAPEL DE LA BURGUESÍA

La negativa de Besteiro a asumir la dinámica histórica de su tiempo evidencia un problema más amplio: la incapacidad de la burguesía, y lo que es más grave, de su sector progresista, para aceptar que su papel histórico es temporal. En momentos de crisis estructural, las soluciones reformistas dejan de ser viables, y el liderazgo de la lucha de clases pasa necesariamente a los sectores populares.

Besteiro, atrapado entre su lealtad a los principios republicanos y su miedo a las transformaciones sociales, eligió preservar un ideal burgués que ya no era funcional. Al hacerlo, debilitó al único sujeto capaz de defender la legalidad republicana: el pueblo organizado. La insistencia en preservar el orden burgués resultó ser un obstáculo para la supervivencia misma de la República.

LA LECCIÓN HISTÓRICA: LA NEUTRALIDAD NUNCA ES NEUTRAL

La historia de Besteiro deja una lección clave: en tiempos de conflicto entre fascismo y fuerzas populares, la neutralidad no es neutral. No tomar partido equivale a reforzar el dominio de las fuerzas reaccionarias. Esto no solo se aplica al pasado, sino también a las luchas contemporáneas, donde la moderación y las soluciones conciliadoras siguen siendo utilizadas como herramientas para perpetuar sistemas opresivos.

BESTEIRO COMO SÍMBOLO DE UNA TRAGEDIA HISTÓRICA

Julián Besteiro representa la tragedia de una clase social incapaz de reconocer sus propios límites históricos. Su neutralidad, disfrazada de pragmatismo político, no hizo más que favorecer a las fuerzas reaccionarias en uno de los momentos más críticos de la historia de España.

La historia de Besteiro es un recordatorio de que, en momentos de crisis orgánica, no hay espacio para soluciones intermedias. La lucha por la legalidad y la justicia solo puede ser efectiva si se enfrenta de manera decidida al fascismo, reconociendo que la neutralidad, siempre y sin excepción, favorece al opresor. Esta es una lección no solo para el pasado, sino para todas las luchas por la emancipación social en el presente y el futuro.

Proletkult.

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