Entender la libertad de prensa desde el derecho del emisor favorece, en un entorno «liberalizado», la acumulación de medios de comunicación orientados a defender los intereses de la clase dominante, es decir, de quien puede permitirse la difusión de sus ideas. La simple acumulación de medios de comunicación de un signo concreto dificultaría la libre formación de opinión por parte de la ciudadanía.
Entender la libertad de prensa desde el derecho del receptor de información implicaría la necesidad de igualar en cantidad, así como favorecer, el flujo de información no hegemónica que ha quedado históricamente fuera del entorno «liberalizado».