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Por el Derecho a la Cancelación y el Boicot: Desafiar la Hegemonía del Consumo Capitalista

El capitalismo, maestro en el arte de la hipocresía, nos vende la idea de que somos libres porque podemos elegir qué consumir. Sin embargo, ¿qué sucede cuando usamos esa misma libertad para no consumir lo que nos impone? ¿Qué pasa cuando decidimos, como acto político y ético, cancelar o boicotear aquello que perpetúa injusticias? En ese momento, la libertad que nos ofrece el sistema se revela como un espejismo: la única libertad aceptable es la que refuerza sus dinámicas de poder, no la que las cuestiona.

El Capitalismo: El Mayor Censor

Históricamente, no hay fuerza que haya cancelado más que el propio capitalismo. Preguntémonos: ¿cuántos pensadores abiertamente marxistas o, incluso, anarquistas vemos día a día en los medios de comunicación de masas, en los entornos culturales e intelectuales que el sistema pone a nuestra disposición? El capitalismo selecciona y filtra qué voces pueden ser escuchadas, introduciendo solo aquellas que son asumibles y no representan una verdadera amenaza a sus estructuras.

Incluso cuando figuras o ideas socialistas logran filtrarse, el sistema actúa para neutralizarlas. Mercantiliza su mensaje, transforma la oposición en un producto de consumo y vacía su contenido revolucionario. El capitalismo no solo cancela, sino que se apropia, domesticando incluso a sus críticos para convertirlos en elementos funcionales a su perpetuación.

La Cancelación y el Boicot: Libertad y Resistencia

En este contexto, debemos reivindicar el derecho a cancelar y boicotear como una forma legítima y necesaria de lucha. Si el capitalismo solo nos ofrece la libertad de consumir, ¿por qué esa libertad se vuelve negativa cuando decidimos no consumir algo? Este rechazo a aceptar nuestra negativa es una confesión de su debilidad: el sistema no puede mercantilizar el vacío, no puede transformar la ausencia de consumo en un beneficio económico.

Cuando elegimos no consumir productos, empresas o figuras que perpetúan opresión, no solo estamos actuando desde un lugar ético; estamos desafiando directamente las bases ideológicas del capitalismo. Estamos negándonos a participar en el ciclo de reproducción del capital, y esa es una acción profundamente política.

Organización y Poder Colectivo

Sin embargo, esta lucha no puede ser fragmentada ni individual. El capitalismo depende de nuestra atomización para mantener su control. Por eso, es fundamental que la cancelación y el boicot se conviertan en herramientas colectivas, organizadas y sostenidas.

Proponemos la creación de sindicatos de consumidores organizados que, junto a los sindicatos de trabajadores, actúen como una palanca de cambio estructural. Si los trabajadores organizados luchan por transformar los medios de producción, los consumidores organizados deben hacer lo propio con los medios de consumo. Juntos, estos movimientos no solo desafiarían el sistema capitalista en sus fundamentos, sino que también abrirían caminos de colaboración para mejorar las condiciones laborales.

Imaginemos este doble frente convergente:

  • Los consumidores organizados exigiendo estándares éticos y ecológicos en los productos que adquieren, golpeando a las empresas que explotan a sus trabajadores o destruyen el medio ambiente.
  • Los trabajadores, a su vez, fortaleciendo sus luchas internas con el apoyo de un movimiento de consumidores consciente, capaz de presionar al mercado en su favor.

Esta colaboración no solo desafiaría las dinámicas de explotación del capital, sino que crearía un vínculo solidario entre trabajadores y consumidores, demostrando que ambos son víctimas del mismo sistema. Al actuar juntos, podemos transformar tanto las condiciones de los trabajadores como los mecanismos que perpetúan la injusticia.

Transformar la Libertad Individual en una Herramienta de Cambio

El capitalismo ha demostrado ser capaz de absorber cualquier crítica que no le golpee en su núcleo económico. Ha convertido en moda los discursos anticapitalistas, ha vendido camisetas con las caras de nuestros líderes revolucionarios y ha transformado la disidencia en entretenimiento. Pero no puede asumir la ausencia de consumo, no puede convertir nuestra negativa en mercancía.

Por eso, el derecho a la cancelación y el boicot debe ser defendido como una herramienta clave en la lucha anticapitalista. No se trata solo de decir «no» al consumo; se trata de construir una resistencia colectiva que desafíe al sistema en su núcleo.

El doble camino del consumidor y el trabajador organizados, convergiendo en la lucha, ofrece una oportunidad única para golpear al capital en todos sus frentes. Juntos podemos transformar nuestras condiciones de vida, cuestionar las dinámicas de poder y abrir paso a un mundo donde el bienestar colectivo prevalezca sobre el beneficio privado.

No consumimos por ética, no consumimos por justicia, y no consumimos porque queremos construir un mundo donde la vida, y no el capital, sea el centro.

Proletkult.

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