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Patriarcado, Propiedad y Clase

El patriarcado, desde una visión marxista, es un sistema de opresión que surge y se desarrolla ligado a la aparición de la propiedad privada. Friedrich Engels, en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, plantea que la subordinación de la mujer es una consecuencia directa del paso de las sociedades comunales a las sociedades de clases. Con la consolidación de la propiedad privada, la mujer se convierte en una extensión de esta propiedad, subordinada a la autoridad masculina en el ámbito familiar para garantizar la transmisión de bienes y herencias.

Silvia Federici, en su obra Calibán y la bruja, amplía esta perspectiva al señalar que la transición hacia el capitalismo no solo reforzó el patriarcado, sino que lo reconfiguró de forma violenta. Federici argumenta que la caza de brujas en Europa fue un instrumento clave para disciplinar a las mujeres y someterlas a una nueva división sexual del trabajo, donde sus roles quedaron restringidos a labores reproductivas no remuneradas. Este proceso permitió al capitalismo consolidar la explotación del trabajo asalariado masculino, mientras las mujeres eran relegadas a sostener la fuerza de trabajo desde el ámbito doméstico, sin reconocimiento económico.

La incorporación de la mujer al sistema productivo no alteró esta dinámica de subordinación, sino que, con el desarrollo del capitalismo, el patriarcado se integró en las dinámicas de acumulación de capital. La división sexual del trabajo relegó a las mujeres a labores no remuneradas (reproducción, cuidado) que sostienen la fuerza laboral, mientras que aquellas que accedieron al mercado laboral lo hicieron bajo condiciones de explotación agravadas por el género.

Lise Vogel, en Marxism and the Oppression of Women, ofrece una perspectiva complementaria al señalar que el trabajo reproductivo, que incluye la crianza y el mantenimiento de la fuerza laboral, es central para la reproducción del sistema capitalista. Vogel critica las visiones reduccionistas del marxismo clásico que no reconocen plenamente la importancia del trabajo reproductivo en la perpetuación de las relaciones de clase. Según Vogel, las mujeres no solo enfrentan opresión por su rol en la producción económica, sino también por su papel en la reproducción social, una esfera que el capitalismo depende de manera estructural pero que se niega a remunerar o valorar.

El capitalismo y su capacidad de absorber demandas

Un ejemplo claro de cómo el capitalismo es capaz de asumir demandas sin cuestionar sus fundamentos se encuentra en la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral durante el siglo XX. Este proceso, que podría interpretarse como un avance en términos de independencia económica y ruptura con la dependencia familiar, ha sido utilizado por el sistema para reconfigurar su estructura sin alterar las bases de la explotación.

La entrada de las mujeres al mercado laboral permitió al capitalismo ajustar sus dinámicas de acumulación. Por un lado, se amplió la fuerza de trabajo disponible, lo que en muchos casos favoreció la reducción de salarios generales debido a la competencia. Por otro, la necesidad de combinar el trabajo asalariado con las labores domésticas llevó a un aumento de los servicios externalizados, como guarderías y productos de conveniencia, lo que reconfiguró los sistemas de precios para absorber parte de los ingresos adicionales de las familias.

El resultado global no fue una mejora sustancial en el nivel de vida del grupo familiar. Aunque el acceso de la mujer al trabajo asalariado incrementó los ingresos, estos se vieron compensados por el aumento del coste de vida, que fue adaptado para mantener los márgenes de ganancia capitalistas. Además, esta dinámica se ha sostenido, en muchos casos, sobre un proceso de superexplotación de mujeres de países del Sur Global. Muchas mujeres occidentales han podido acceder al mercado laboral delegando las tareas domésticas y de cuidado a mujeres migrantes que trabajan en condiciones precarias y con salarios bajos, trasladando así una parte de la opresión patriarcal a otras mujeres.

Este es un claro ejemplo de lo que León Trotsky señalaba: aquello que el capitalismo concede con la mano izquierda gracias a las luchas democráticas, de los trabajadores, las mujeres o las minorías, lo recupera rápidamente con la derecha a través de la reestructuración del marco económico. La democracia formal, limitada dentro del sistema capitalista, no puede alterar mecanismos fundamentales como la ley de oferta y demanda o el control sobre los precios, que son utilizados para equilibrar cualquier concesión social en beneficio del capital. Así, el sistema es capaz de ceder terreno en apariencia, mientras mantiene intacto el núcleo de la explotación.

Silvia Federici refuerza esta idea al destacar cómo los avances aparentes en la autonomía económica de las mujeres pueden coexistir con nuevas formas de explotación patriarcal, especialmente en la externalización del trabajo reproductivo hacia mujeres racializadas. Lise Vogel complementa esta crítica al señalar que mientras el trabajo reproductivo no sea colectivizado ni valorado, seguirá operando como una herramienta de opresión que refuerza las dinámicas capitalistas.

Crítica a las luchas desclasadas contra el patriarcado

En este contexto, cualquier lucha contra el patriarcado que no incluya una crítica a la propiedad privada y al sistema capitalista en su conjunto es incompleta. Las perspectivas que buscan únicamente la igualdad formal entre géneros, como la mayor representación de mujeres en puestos de poder o la promoción de su participación en el mercado laboral sin cuestionar las estructuras subyacentes, son fácilmente absorbidas por el capitalismo. Estas luchas no solo dejan intactas las raíces materiales de la opresión, sino que pueden reforzar el sistema al legitimar una igualdad superficial que no cambia las condiciones reales de explotación.

Además, estas luchas desclasadas tienden a ignorar las desigualdades globales y las cadenas de explotación transnacional que perpetúan la opresión de las mujeres migrantes. Sin una perspectiva de clase y anticolonial, la lucha feminista corre el riesgo de convertirse en una herramienta de legitimación para las élites capitalistas, incapaz de articular una verdadera transformación.

La necesidad de una lucha de clase feminista

La emancipación de las mujeres requiere una lucha feminista de clase que critique y combata la propiedad privada como origen tanto del patriarcado como de la explotación capitalista. Sin esta perspectiva, los avances en derechos e igualdad corren el riesgo de ser neutralizados y utilizados para fortalecer el sistema que perpetúa la opresión.

Un feminismo verdaderamente emancipador debe ser anticapitalista y plantear la superación de las relaciones de propiedad privada y explotación. Solo en un marco de transformación socialista será posible eliminar tanto la opresión patriarcal como la explotación de clase, construyendo una sociedad donde la igualdad y la emancipación sean reales para todas las personas.

Proletkult.


Bibliografía

  1. Engels, Friedrich. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Barcelona: Ediciones Akal, 2006.
    • Clásico fundamental para entender la relación entre la aparición de la propiedad privada y la subordinación de la mujer.
  2. Federici, Silvia. Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación primitiva. Madrid: Traficantes de Sueños, 2010.
    • Un análisis crítico sobre cómo la transición al capitalismo reconfiguró el patriarcado, incluyendo la caza de brujas como una herramienta de control social.
  3. Vogel, Lise. Marxism and the Oppression of Women: Toward a Unitary Theory. Chicago: Haymarket Books, 2013.
    • Una obra clave para comprender cómo el trabajo reproductivo sostiene el capitalismo y perpetúa la opresión de género.
  4. Trotsky, León.La revolución permanente. Madrid: Ediciones Alianza, 1980.
    • Reflexión sobre cómo el capitalismo absorbe las concesiones sociales y las reconfigura para mantener la explotación.
  5. Brown, Wendy. La política fuera de la historia. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2009.
    • Un enfoque crítico sobre cómo las luchas feministas pueden ser cooptadas por las estructuras capitalistas si no se cuestionan las bases del sistema.
  6. Bhattacharya, Tithi (Ed.).Social Reproduction Theory: Remapping Class, Recentering Oppression. London: Pluto Press, 2017.
    • Compilación de ensayos sobre la teoría de la reproducción social, destacando la centralidad del trabajo reproductivo en el capitalismo.
  7. Marx, Karl. El Capital: Crítica de la economía política. Madrid: Siglo XXI, 2000.
    • Base teórica para entender las dinámicas de acumulación capitalista y su relación con la explotación de la fuerza de trabajo.

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