En las sociedades capitalistas, donde el pensamiento liberal es hegemónico, la libertad suele entenderse como la capacidad de elegir entre distintas opciones dentro de un mercado. Se nos dice que cuantas más elecciones tengamos, más libres seremos. Pero esta idea es engañosa porque ignora las condiciones en las que esas opciones han sido producidas y las relaciones de poder que las sostienen.
La verdadera libertad no se encuentra en la posibilidad de elegir, sino en la capacidad efectiva de actuar sin coacción. Y aquí surge una cuestión fundamental: si nuestra acción depende de la acción de otro, ¿podemos decir que somos libres si esa otra persona no lo es?

La trampa de la elección en un mundo de coacción
Si la libertad se redujera a la posibilidad de elegir, cualquier decisión sería válida mientras no fuera forzada de manera directa. Pero, ¿qué ocurre cuando la necesidad económica, la precariedad o la falta de alternativas convierten una elección en algo obligatorio?
Imaginemos un trabajador que “elige” aceptar un empleo con condiciones miserables porque la alternativa es la indigencia. En términos formales, ha tomado una decisión, pero en términos reales su libertad ha sido anulada por una estructura que lo obliga a aceptar esas condiciones.
Esto demuestra que no basta con evaluar la libertad en función de la capacidad de elegir, sino que debemos preguntarnos en qué condiciones se realiza esa elección y si realmente existe una alternativa viable.
La «libertad» del consumidor y la invisibilización del otro
El caso del trabajador explotado nos lleva a otro problema: la posición del consumidor. En la lógica del mercado, el consumidor es el protagonista de la libertad. Cuantas más opciones tiene, más libre parece ser. Pero este enfoque ignora las condiciones en las que se producen los bienes y servicios que consumimos.
Cuando compramos un producto o contratamos un servicio, rara vez nos preguntamos en qué condiciones fue producido. Si adquirimos ropa barata fabricada en talleres de explotación o contratamos o consumimos un servicio precarizado nuestra libertad como consumidores se sostiene sobre la falta de libertad de quienes han trabajado en esas condiciones.
Aquí se revela una contradicción central del capitalismo: se nos presenta la libertad como una experiencia individual de consumo, mientras se oculta que esa libertad solo es posible porque otros han sido obligados a ejecutar un trabajo en condiciones que no han elegido libremente.
No hay libertad si se construye sobre la dominación
Si la verdadera libertad reside en la capacidad de acción sin coacción, entonces no podemos hablar de libertad mientras nuestras elecciones dependan de la explotación de otros. La idea liberal de libertad nos hace creer que somos autónomos al comprar o contratar, pero lo que realmente sucede es que estamos insertos en una red de relaciones de poder que nos convierte en beneficiarios de la coerción ajena.
El problema no es cuántas opciones tenemos, sino si esas opciones existen sin necesidad de que otros sean forzados a ejecutarlas. Si cada acción está sostenida sobre otra acción impuesta por necesidad, precariedad o violencia estructural, la elección dentro de ese sistema no es una manifestación de libertad, sino de dominación disfrazada de autonomía.
Hacia una libertad colectiva
La solución no pasa por ampliar el número de elecciones dentro de un sistema injusto, sino por transformar las condiciones que determinan esas elecciones. La verdadera libertad no se mide por lo que podemos consumir, sino por la capacidad de todas las personas de actuar sin estar sometidas a la necesidad o a la dominación de otros.
Para ser realmente libres, no basta con que podamos elegir: es necesario que nadie tenga que ejecutar un trabajo en condiciones impuestas por la necesidad. Hasta que esto no ocurra, cualquier noción de libertad basada en la elección será solo una ilusión construida sobre la falta de libertad de otros.
BIBLIOGRAFÍA
Bibliografía liberal sobre la libertad
- Isaiah Berlin – Dos conceptos de libertad (1958)
- En este ensayo clásico, Berlin distingue entre libertad negativa (ausencia de interferencia) y libertad positiva (autodeterminación y control sobre la propia vida). Es fundamental para entender la base de la defensa liberal de la libertad individual.
- John Stuart Mill – Sobre la libertad (1859)
- Mill defiende la libertad individual como un valor esencial y propone el principio del daño, según el cual solo se puede restringir la libertad de alguien si su acción causa un perjuicio a los demás.
- Friedrich Hayek – Los fundamentos de la libertad (1960)
- Hayek argumenta que la libertad consiste en la ausencia de coerción y que el mercado es el mejor garante de la libertad individual. Es clave en la defensa liberal del capitalismo como sistema que maximiza la libertad.
- Benjamin Constant – La libertad de los antiguos comparada con la de los modernos (1819)
- Diferencia entre la libertad como participación política en la antigüedad y la libertad como autonomía individual en el mundo moderno. Es un punto de partida crucial para la concepción liberal de la libertad.
- Robert Nozick – Anarquía, Estado y utopía (1974)
- Nozick presenta una defensa radical de la libertad individual desde una perspectiva libertaria, argumentando contra cualquier redistribución de la riqueza que implique coerción estatal.
- Milton Friedman – Capitalismo y libertad (1962)
- Sostiene que la libertad económica es la base de todas las demás libertades y que la intervención del Estado en la economía debe ser mínima.
Bibliografía marxista y crítica de la libertad liberal
- Karl Marx – Sobre la cuestión judía (1844)
- Marx critica la idea liberal de libertad, argumentando que se basa en la separación entre el individuo y la sociedad, reduciendo la libertad a una cuestión puramente privada mientras mantiene intactas las estructuras de dominación.
- Karl Marx – La ideología alemana (1846)
- Analiza cómo las ideas dominantes de una época reflejan los intereses de la clase dominante, lo que incluye la concepción liberal de la libertad como un mecanismo de legitimación del orden capitalista.
- Karl Marx – Crítica del Programa de Gotha (1875)
- Marx diferencia entre la “libertad burguesa”, basada en la propiedad privada y la explotación, y la libertad real, que solo puede lograrse en una sociedad comunista sin clases.
- Friedrich Engels – El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884)
- Engels muestra cómo la estructura económica y la propiedad determinan las relaciones de poder y, por ende, las formas de libertad posibles en cada sociedad.
- Antonio Gramsci – Cuadernos de la cárcel (1929-1935)
- Su concepto de hegemonía cultural ayuda a entender cómo la ideología liberal impone una concepción de la libertad que beneficia a la clase dominante.
- Herbert Marcuse – El hombre unidimensional (1964)
- Explica cómo el capitalismo avanzado reduce la libertad a una mera capacidad de consumo, limitando el pensamiento crítico y las posibilidades de emancipación real.
- Étienne Balibar – Ciudadanía (2011)
- Analiza la relación entre ciudadanía y libertad, señalando los límites de la concepción liberal cuando se enfrenta a las desigualdades estructurales.
- Domenico Losurdo – La libertad como privilegio (2011)
- Crítica profunda a la concepción liberal de la libertad, mostrando cómo históricamente ha servido para justificar la esclavitud, el colonialismo y la explotación capitalista.
- Nancy Fraser – Redistribución o reconocimiento (2003)
- Plantea que la libertad real no puede lograrse sin una transformación de las estructuras económicas que generan desigualdad y dominación.
Relación entre ambas corrientes
El estudio de estas obras permite comprender que la crítica marxista no surge de la negación de la libertad, sino de su análisis dentro de una estructura material concreta. La concepción liberal parte de un individuo abstracto, mientras que la crítica marxista muestra que la libertad solo es real si las condiciones materiales permiten ejercerla sin coacción.
Si buscas un análisis más profundo sobre cómo la libertad se construye en la práctica, puedes contrastar autores como Marx y Hayek, o Gramsci y Berlin, para entender cómo cada tradición aborda la relación entre libertad, poder y condiciones materiales.