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Sobre la Clase Trabajadora. Quién, Por Qué y Contradicciones

Desde una perspectiva marxista, la clase trabajadora no solo se define por la necesidad de trabajar para sobrevivir, sino también por su relación específica con los medios de producción y el sistema capitalista. A menudo se asume que todos aquellos que dependen de un salario forman parte de la clase trabajadora. Sin embargo, este enfoque simplista pasa por alto la diversidad de posiciones que ocupan los individuos en la estructura de clases, así como las funciones que desempeñan en la reproducción y mantenimiento del sistema. Este artículo analiza la distinción entre la clase trabajadora en su sentido marxista y aquellos grupos que, aunque asalariados, no comparten las mismas condiciones de explotación directa ni el potencial revolucionario que caracteriza al proletariado.

La Clase Trabajadora y Su Relación con el Capital

El marxismo define a la clase trabajadora o proletariado como aquellos que, al carecer de los medios de producción, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Esta relación está marcada por la explotación inherente del sistema capitalista: el trabajador produce más valor del que recibe en forma de salario, y este excedente —la plusvalía— es apropiado por el capitalista. Además de los trabajadores directamente explotados en la producción de bienes y servicios comercializables, el proletariado incluye a aquellos que desempeñan labores necesarias para la reproducción y el sostén de la fuerza de trabajo, como los trabajadores de la dependencia, el cuidado, la salud y el trabajo doméstico. Aunque su labor no siempre genera plusvalía en el sentido clásico, es indispensable para la continuidad del proceso productivo y el funcionamiento del sistema capitalista.

Es esta dinámica la que sitúa a la clase trabajadora en una posición de conflicto estructural con la burguesía, la clase que controla los medios de producción.

Sin embargo, no todos los asalariados comparten esta misma relación directa con el capital. Algunos grupos desempeñan roles que, aunque necesarios para el funcionamiento del sistema, no están directamente vinculados a la producción de valor o la extracción de plusvalía. Esto incluye sectores como la pequeña burguesía, los profesionales, los trabajadores financieros y los funcionarios del Estado. Estos actores, aunque también dependen de un salario, no constituyen parte del proletariado en su sentido más estricto. Comprender esta distinción es crucial para analizar las contradicciones internas del capitalismo y los obstáculos que enfrenta la construcción de una conciencia de clase unificada.

Artículo: La Reproducción de la Fuerza de Trabajo.

La Pequeña Burguesía: Entre el Capital y el Trabajo

La pequeña burguesía es un grupo intermedio compuesto por pequeños empresarios, comerciantes y autónomos que poseen algunos medios de producción. Aunque pueden ser explotados de forma indirecta por los grandes capitalistas, su posición social está definida por su aspiración a la autonomía económica y la propiedad privada. Este grupo suele identificarse más con la ideología capitalista que con la solidaridad de clase, reforzando la idea de que el esfuerzo individual y el «emprendimiento» son las vías hacia la movilidad social.

La autopercepción de la pequeña burguesía como «independiente» la coloca en una posición conservadora respecto a las transformaciones sociales. Este sector teme perder sus bienes o privilegios en un proceso revolucionario y, por lo tanto, tiende a alinear sus intereses con los de la burguesía, incluso cuando sus condiciones de vida están lejos de ser ideales. En este sentido, aunque su posición económica pueda ser precaria, no constituye un sujeto revolucionario, sino más bien un elemento estabilizador del sistema capitalista.

Artículo: El pequeño comercio a debate.

Los Profesionales: Una Clase Intermedia

Dentro del capitalismo contemporáneo, los profesionales de alto nivel, como ejecutivos, abogados o ingenieros, ocupan una posición peculiar. Aunque dependen de su salario para sobrevivir, su trabajo no está definido por la explotación en el mismo sentido que el de los proletarios. Estos trabajadores suelen disfrutar de mayores niveles de autonomía y privilegios, y su ingreso les permite acceder a niveles de consumo que los alejan de las condiciones materiales del proletariado.

Además, su rol dentro de las relaciones de producción está orientado más hacia la gestión y organización del sistema que hacia la producción directa de valor. En muchos casos, los profesionales forman parte de la pequeña burguesía o la burguesía media, ya que sus intereses están más alineados con la preservación del sistema capitalista que con su transformación. La ideología del individualismo y la competencia permea profundamente este grupo, reforzando su desconexión con las luchas del proletariado.

Los Trabajadores Financieros: Redistribuidores del Capital

En el sector financiero, encontramos una categoría específica de trabajadores asalariados, como analistas, brokers, banqueros y empleados administrativos. Aunque estos trabajadores dependen de un salario, su trabajo no crea valor en el sentido marxista, ya que no están involucrados en la producción de mercancías. En lugar de ello, facilitan la circulación del capital y contribuyen a la acumulación de riqueza para la burguesía.

El sector financiero desempeña un papel crucial en la reproducción del sistema capitalista, garantizando que los flujos de capital operen de manera eficiente para beneficiar a los grandes capitalistas. Aunque algunos trabajadores financieros, especialmente en los niveles más bajos, enfrentan condiciones laborales precarias, su función dentro del sistema no desafía las relaciones de poder existentes, sino que las refuerza.

Los Funcionarios del Estado: Guardianes del Capitalismo

Una categoría especialmente importante para este análisis es la de los funcionarios públicos y burócratas del Estado. Aunque estos trabajadores también dependen de un salario, su labor no está vinculada a la creación directa de valor en el marco de la producción capitalista. En cambio, su rol es administrar el aparato estatal que sostiene las estructuras de propiedad y poder del capitalismo.

Desde una óptica marxista, el Estado es una herramienta de la burguesía para mantener el orden social y perpetuar las relaciones de explotación. Los funcionarios, especialmente aquellos en roles de coerción (como policías, jueces y militares), actúan como guardianes del sistema, asegurándose de que las reglas del capital sean respetadas. Aunque algunos pueden enfrentar condiciones laborales difíciles, su trabajo contribuye a la reproducción del capitalismo, lo que los coloca fuera de la clase trabajadora en su sentido revolucionario.

La Conciencia Individual y Solidaridad entre Clases

La conciencia individual concreta tiene un papel significativo en el marco de la lucha de clases, especialmente cuando los individuos logran romper con los intereses inmediatos de su clase de origen para alinear su praxis con la lucha del proletariado. Estos actos de desclasación ideológica, aunque notables, solo adquieren verdadero significado cuando se integran en un proceso colectivo, contribuyendo al desarrollo de una conciencia de clase que trascienda lo individual y fortalezca las luchas organizadas del proletariado. En última instancia, como sostiene el marxismo, la transformación social no es obra de individuos heroicos, sino del poder colectivo de la clase trabajadora que, al emanciparse a sí misma, representa los intereses universales de la humanidad.

Artículo: Sobre el Papel de la Conciencia Individual en la Lucha de Clases.

Contradicciones del Capitalismo y Fragmentación de la Clase Trabajadora

El capitalismo no solo explota al proletariado, sino que también lo fragmenta, dividiendo a la sociedad en múltiples estratos que dificultan la construcción de una conciencia de clase unificada. La pequeña burguesía, los profesionales y los trabajadores financieros, aunque comparten la precariedad en ciertos aspectos, son ideológicamente distanciados del proletariado a través de narrativas que promueven el individualismo, la competencia y la aspiración al éxito personal. Estas divisiones son una herramienta del capital para prevenir la solidaridad de clase y la organización revolucionaria.

El sistema también crea lo que Marx llamó el ejército industrial de reserva: una masa de trabajadores desempleados o subempleados que ejerce presión sobre los asalariados, reduciendo sus demandas y aumentando la competencia entre ellos. Esta dinámica es esencial para mantener el poder del capital sobre el trabajo.

La Centralidad del Proletariado en la Lucha Revolucionaria

En última instancia, solo el proletariado, debido a su posición en las relaciones de producción, tiene el potencial histórico de transformar la sociedad. Su existencia, basada en la explotación directa y la producción de plusvalía, lo coloca en una relación antagónica con el capital, lo que le otorga la capacidad de abolir la propiedad privada y construir una sociedad basada en el control colectivo de los medios de producción.

Sin embargo, para que este potencial se realice, es necesario superar las divisiones impuestas por el capitalismo. La unificación de la clase trabajadora requiere no solo una organización política sólida, sino también una conciencia de clase que reconozca las contradicciones del sistema y la necesidad de una lucha colectiva. Solo a través de esta unificación será posible romper con las estructuras del capital y avanzar hacia una sociedad sin explotación ni opresión.

Proletkult.

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