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¿Por qué las personas defienden intereses que no le son propios?

En el panorama político y social actual, es común observar a personas que apoyan ideas, políticas o estructuras que no benefician, o incluso perjudican, sus propios intereses. Este fenómeno, lejos de ser una paradoja, tiene raíces profundas que pueden explicarse desde perspectivas históricas, económicas, culturales y psicológicas. Entender las causas que lo originan es crucial para quienes buscan transformar las dinámicas de poder y promover una sociedad más justa.

La falsa conciencia: una clave marxista

El concepto de falsa conciencia, desarrollado por Karl Marx y Friedrich Engels, describe cómo las clases subordinadas adoptan creencias y valores que benefician a las clases dominantes, en detrimento de sus propios intereses. Esto ocurre porque la ideología dominante en cada época no es neutra: está diseñada para legitimar y perpetuar las relaciones de poder existentes. Así, trabajadores que votan por políticas que favorecen a los ricos o apoyan reformas laborales que precarizan el empleo lo hacen bajo la ilusión de que estas medidas son beneficiosas para todos.

El papel de los medios y la cultura

En las sociedades contemporáneas, los medios de comunicación juegan un papel fundamental en la configuración de la opinión pública. Las narrativas que presentan intereses de las élites como si fueran los de toda la sociedad son omnipresentes. Por ejemplo, se insiste en que bajar impuestos a los más ricos fomenta el crecimiento económico, cuando en realidad esta medida amplía la desigualdad. A través del cine, la televisión, la publicidad y las redes sociales, se refuerzan valores como el individualismo y la competitividad, desviando la atención de los problemas estructurales hacia soluciones personales.

La desinformación y el miedo al cambio

La desinformación es otro factor determinante. Las personas que no tienen acceso a información veraz o que están expuestas a datos sesgados son más propensas a apoyar ideas contrarias a sus intereses. Este fenómeno se agrava con el miedo al cambio, explotado por discursos políticos que apelan a la inseguridad económica o cultural. Por ejemplo, culpar a los inmigrantes de la precariedad laboral desvía el foco de las verdaderas causas, como la desregulación del mercado o la explotación laboral.

La identificación aspiracional

Un fenómeno especialmente visible en las sociedades capitalistas es la identificación aspiracional. Muchas personas apoyan políticas que benefician a las clases altas porque aspiran a formar parte de ellas. Este sueño de ascenso social, aunque pocas veces se materializa, es un poderoso motor que perpetúa el statu quo. Así, un trabajador que defiende recortes fiscales para los más ricos lo hace creyendo que algún día podría beneficiarse de esas mismas políticas.

La fragmentación de la conciencia de clase

La introducción de categorías como la «clase media» ha fragmentado la conciencia de clase, debilitando la organización colectiva. Esta categoría, promovida por el capitalismo liberal, permite a las personas identificarse según sus aspiraciones más que según su posición real en las estructuras de producción. Así, la percepción de pertenencia a un grupo intermedio diluye los intereses comunes de la clase trabajadora y refuerza la competición entre sectores populares.

Mecanismos de cooptación y división social

El sistema de poder utiliza mecanismos de cooptación para neutralizar a individuos o movimientos que podrían representar una amenaza. A través de incentivos económicos, reconocimiento social o acceso limitado a ciertos privilegios, líderes y sectores populares son incorporados al sistema, alejándose de sus luchas originales. Además, la estrategia de dividir para vencer sigue siendo efectiva: el miedo a las minorías, los discursos de odio y la polarización política fomentan divisiones dentro de las clases populares, dificultando la organización colectiva.

El desafío de la conciencia crítica

Comprender por qué las personas defienden intereses que no son propios no solo implica analizar las estructuras de poder que perpetúan estas dinámicas, sino también trabajar para desmantelarlas. La educación crítica, el acceso a información veraz y la construcción de conciencia colectiva son herramientas fundamentales para enfrentar este fenómeno. Solo a través de la organización y la lucha colectiva es posible superar las barreras que impiden a los individuos reconocer y defender sus verdaderos intereses.

Este proceso no es inmediato ni sencillo, pero es imprescindible para avanzar hacia una sociedad más equitativa y consciente, donde las decisiones se tomen en función de los intereses reales de la mayoría, y no de una élite que perpetúa su poder a través de la manipulación y el control ideológico.

Proletkult.

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