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Sobre el complot mediático-judicial que busca despojar al centro-izquierda del Gobierno en España

Es imposible no ver cómo el clasismo militante inherente a las estructuras sobre las que se construyen los Estados dificulta, cada vez más, cualquier tipo de mejora en las condiciones de acceso de la clase trabajadora a los ámbitos de la democracia que exceden el «derecho» al voto.

Tengo 41 años y nunca he vivido un Gobierno de Izquierdas que no haya sido deslegitimado ya no por sus políticas, sino por su existencia misma, en España o en Latinoamérica. La burguesía capitalista y su corriente política histórica, denominada derecha, considera el poder como algo que solo le pertenece a ella. Negar esto es no entender la realidad que habitamos, algo muy común, por cierto.

La liberalización de los medios de comunicación planificada por los pensadores neoliberales y vendida como una democratización del mercado de la Comunicación (como si cualquiera pudiésemos abrir un medio de comunicación), en realidad solo escondía el interés por crear un marco apabullante de pensamiento único neoliberal y conservador dando inicio a una época en la que, por unos años, las derechas no necesitaron hacer uso de su histórica violencia golpista… Ahora ya, ni siquiera esa seguridad podemos tener, como se ha visto en Brasil, en el Asalto al Capitolio o con el mismo terrorismo de extrema derecha que, aunque los medios y las Administraciones escondan es, por ejemplo, la principal causa de terrorismo en EEUU.

Esta «liberalización» provoca una sobreestimulación mediática que ha permitido dirigir la mirilla del enemigo de los trabajadores hacia un marco tan dirigido por la extrema derecha (minorías, extranjeros, mujeres, etc…) como falso ante cualquier análisis serio, pero que termina convertida en sentido común por simple aplastamiento; permitiendo que jueces y políticos hagan después su parte del trabajo, mientras crea un muro de mentiras tras el que se esconden los verdaderos causantes de los problemas: los capitalistas.

Una sobreestimulación mediática que dificulta, cuando no destruye, el pluralismo; ya que dificulta la capacidad ciudadana de tomar decisiones políticas que se adecuen realmente a sus intereses.

Es absurdo que las derechas sigan intentando vendernos la moto de que no existe un complot mediático-judicial.

Proletkult.

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