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La policía no es neutral: origen histórico y función de clase

Una de las creencias más extendidas en nuestras sociedades es que la policía existe para proteger al individuo. Se la presenta como un servicio neutral, un árbitro imparcial que vela por la seguridad de todos. Sin embargo, una mirada materialista revela otra cosa: la policía es, desde su origen moderno, un aparato del Estado burgués destinado a garantizar la reproducción del orden social basado en la propiedad privada y la explotación de la clase trabajadora.

Este texto busca desvelar ese carácter estructural, mostrar ejemplos históricos de su función represiva y explicar por qué la policía no puede ser entendida como una institución al margen de la lucha de clases.

Origen histórico de la policía moderna

Aunque existieron formas de vigilancia y represión en sociedades anteriores, la policía moderna surge en el siglo XIX, con el crecimiento de las ciudades industriales. Londres crea en 1829 la Metropolitan Police; París organiza su policía urbana en las mismas décadas; Nueva York sigue el mismo camino.

El contexto no es casual:

  • Las ciudades se llenaban de obreros que huían del campo y se hacinaban en barrios miserables.
  • Las huelgas, revueltas y motines causados por sus condiciones de vida eran constantes.
  • La propiedad privada, concentrada en pocas manos, necesitaba un garante estable.

Así, la policía nace para disciplinar a la clase trabajadora, asegurar la circulación del capital y garantizar la “paz social” entendida como ausencia de rebelión. Como señaló Engels, el Estado burgués es “un poder que se coloca por encima de la sociedad”, y la policía forma parte de sus aparatos represivos junto con el ejército, los tribunales y las cárceles.

Función estructural: proteger el orden, no al individuo

Es cierto que la policía interviene en casos concretos que parecen protección individual (un robo, una agresión, un accidente). Pero esa es su función aparente, cuyo fin último es servir de fuente de legitimación social, ocultando su carácter de clase. La función estructural es otra: reproducir las condiciones que permiten el dominio de la clase burguesa.

Esto se ve en dos aspectos clave:

  • No actúa sobre las causas de la inseguridad (desigualdad, pobreza, alienación), sino sobre sus efectos inmediatos.
  • La “seguridad” que garantiza es en realidad la seguridad de la propiedad privada y de la estabilidad del sistema.
  • Hace cumplir las leyes del Estado burgués, creado de origen para asegurar el poder de la burguesía sobre las otras clases.

«El gobierno civil, en la medida en que se instituye para la seguridad de la propiedad, en realidad se instituye para la defensa de los ricos contra los pobres, o de aquellos que tienen algo de propiedad contra aquellos que no tienen nada en absoluto.»
Adam Smith, La riqueza de las naciones, Libro V, Capítulo I, Sección b

Ejemplo: Detener a alguien que roba pan no es proteger al ciudadano, sino a la mercancía y al derecho de propiedad del comerciante, incluso si detrás hay hambre y necesidad.

Ejemplos internacionales de no-neutralidad

La historia de la policía está atravesada por su papel como garante del orden burgués:

  • Europa: desde finales del XIX, las policías reprimen huelgas y manifestaciones obreras. El caso más famoso del siglo XX fue la huelga minera en Reino Unido (1984-85), donde el gobierno de Thatcher desplegó a la policía como un ejército interno contra los trabajadores.
  • Estados Unidos: la policía urbana tiene una doble raíz. Por un lado, las “patrullas esclavistas” del sur que perseguían a esclavos fugados. Por otro, la represión de huelgas como la Great Railroad Strike de 1877. Décadas después, el mismo patrón se repite contra los movimientos por los derechos civiles, contra el Black Panther Party o contra la población negra a lo largo y ancho de su territorio, aún a día de hoy.
  • Latinoamérica: en países como Argentina, Chile o Brasil, la policía no solo reprime huelgas y protestas campesinas, sino que fue parte activa de dictaduras militares que defendieron el capital transnacional a sangre y fuego.

Ejemplos en España

La experiencia española también demuestra el carácter no neutral de la policía:

  • Huelga minera de 2012: cargas policiales contra los mineros que marchaban a Madrid defendiendo sus puestos de trabajo.
  • Conflicto del metal en Cádiz (2021): despliegue de blindados policiales en barrios obreros, un despliegue militarizado contra huelguistas.
  • Desahucios masivos: cientos de familias expulsadas de sus casas con apoyo policial, en beneficio de bancos y fondos buitre que acumulan viviendas vacías.
  • Piquetes obreros: la policía escolta a esquiroles o abre fábricas cerradas por los trabajadores, actuando de hecho como un piquete patronal.
  • Criminalización de la pobreza: persecución a manteros, vendedores ambulantes o personas sin hogar, mientras los grandes delitos fiscales quedan prácticamente impunes.
  • Redadas racistas: control de personas migrantes como forma de disciplinamiento.

El patrón es claro: se reprime al débil y se protege al fuerte.

La falacia de la “protección individual”

Cuando se dice que la policía “protege al ciudadano”, aún asumiendo la función aparente de la que hablábamos al principio, conviene preguntar: ¿a qué ciudadano protege en mayor medida?.

  • Protege al propietario frente al desposeído.
  • Protege al empresario frente al huelguista.
  • Protege al Estado frente a la protesta social, aunque esta sea legítima.

Sí existe una necesidad de protección, pero esa necesidad no es natural ni eterna: surge de un sistema que genera inseguridad y violencia al mismo tiempo que vende orden y protección. En una sociedad sin explotación y con necesidades cubiertas, esa policía especializada perdería sentido.


La policía no es neutral. Nació para garantizar el orden burgués en las ciudades industriales y sigue cumpliendo esa función, tanto en los desahucios actuales como en la represión de huelgas. Su protección es selectiva y siempre orientada a la defensa de la propiedad privada y del statu quo.

Entender este carácter histórico y estructural es esencial para no caer en la ilusión de que la policía actúa como árbitro imparcial. La policía es, en última instancia, el rostro cotidiano de la violencia del Estado capitalista contra quienes cuestionan su orden.

Proletkult.

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