La Pirámide de necesidades de Maslow, además de como modelo psicológico, podría entenderse como una potente metáfora de las aspiraciones colectivas humanas. Desde las necesidades básicas (fisiológicas, alimentación, techo) hasta la autorrealización, podría describir un camino de desarrollo tanto individual como colectivo. Tradicionalmente aplicada al ámbito personal, su verdadero potencial disruptivo emergería cuando la proyectáramos sobre la sociedad para redefinir la esencia misma de la legitimidad gubernamental/estatal.
¿Y si la legitimidad de un Gobierno/Estado no residiera en su origen o en su adhesión a rituales formales, sino en su capacidad efectiva y demostrable para guiar a toda la población a través de los niveles de esta jerarquía? Bajo este prisma, la misión fundamental del Gobierno/Estado podría volverse material y concreta: garantizar de manera sistemática que cada ciudadano viera satisfechas sus necesidades en un orden progresivo, sentando las bases para que pudiera ascender en su desarrollo.

Este proceso no tendría por qué ser rígido. La genialidad de aplicar este modelo a la política social podría estar en comprender su dinamismo histórico. Lo que una sociedad considera «vivienda digna*» (seguridad) en un momento histórico, podría reevaluarse décadas después como un espacio insuficiente para el desarrollo creativo y familiar (autorrealización). Los niveles de la pirámide serían estables en su secuencia, pero su definición concreta evolucionaría con el avance científico, tecnológico y el consenso social.
Por ello, la labor de un Gobierno/Estado legítimo podría ser el desarrollo de una ingeniería social basada en la evidencia científica y la deliberación social continua. Su valor ya no se mediría por promesas aspirativas, sino por su desempeño concreto:
- Diagnóstico Riguroso: Utilizando datos sociológicos, económicos y de salud pública para identificar en qué nivel de la pirámide se encontrarían los distintos sectores de la población. ¿Qué porcentaje no tendría cubiertas las necesidades básicas? ¿Qué segmentos carecerían de seguridad económica o personal?
- Priorización Dinámica: Los recursos y políticas podrían enfocarse en resolver las carencias del nivel más básico no universalizado. Mientras existiera hambre o falta de vivienda*, ese sería el foco absoluto. La política dejaría de ser reactiva para volverse una planificación estratégica con un norte claro.
- Redefinición Continua*: En diálogo con la ciencia y la sociedad, el Gobierno/Estado debería reevaluar constantemente lo que significaría «satisfacer» cada nivel. ¿Sería un techo y cuatro paredes, o un espacio vital que permitiera el florecimiento personal*? Este acuerdo social, informado por la evidencia, marcaría el nuevo estándar hacia el que debería avanzar la planificación.
Ejemplo: La definición de una «vivienda digna» -originalmente situada en el nivel de seguridad- podría evolucionar históricamente. En un contexto de necesidades básicas insatisfechas, podría considerarse suficiente garantizar 25 metros cuadrados por persona como estándar de seguridad y refugio. Sin embargo, una sociedad más avanzada podría redefinir este estándar hacia los 45 metros cuadrados, reconociendo que el espacio vital suficiente se convierte en requisito para el desarrollo creativo y familiar, trascendiendo así hacia el nivel de autorrealización. Este ejemplo ilustra cómo la brújula de Maslow mantendría su dirección jerárquica mientras permitiría elevar progresivamente los estándares de satisfacción de cada necesidad según las posibilidades y consenso de cada época.
Este modelo transformaría la pirámide de un diagrama estático en un sistema de navegación para la civilización. La brújula (la jerarquía de necesidades) siempre apuntaría en la misma dirección, pero el destino (el estándar de vida que define cada nivel) se elevaría constantemente con el progreso colectivo.
La legitimidad, por tanto, dejaría de ser un concepto abstracto ligado a una votación o una tradición. Se convertiría en una legitimidad performativa y sustantiva, ganada día a día mediante la capacidad de mejorar de manera tangible y medible la calidad de vida de toda la población. Un Gobierno/Estado sería legítimo no porque fue elegido, sino porque, al ejercer su poder, lograría que su pueblo avanzara de manera ordenada y equitativa hacia estándares de vida más altos.
¿Es Viable?
Aunque la pirámide de Maslow transformada en brújula social ofrece un marco claro y pragmático para repensar la legitimidad política, convendría advertir ciertos límites que deberían afrontarse para que este enfoque fuera realmente eficaz:
- Historicidad de las necesidades
Las necesidades no son una lista fija. Lo que en una época se considera un lujo, en otra se convierte en necesidad básica. Por ello, la brújula debería estar siempre vinculada al nivel de desarrollo científico, tecnológico y cultural alcanzado por la sociedad. - Dimensión colectiva y no meramente individual
La pirámide de Maslow nació como un modelo psicológico personal, su aplicación social exigiría reconocer que las necesidades humanas se definen y satisfacen en comunidad, a través de instituciones, estructuras económicas y relaciones de poder. - La raíz estructural de la privación
La falta de alimentos, vivienda o seguridad no son solo un problema técnico de gestión pública, sino el resultado de desigualdades estructurales en la forma en que se produce y distribuye la riqueza. Sin cuestionar estas bases, el riesgo sería que la brújula solo administrará desigualdades en lugar de superarlas. - ¿Quién definiría las necesidades?
El estándar de lo que se consideraría «satisfacer» cada nivel de la pirámide no debería imponerse desde arriba, sino ser fruto de una deliberación democrática e informada, que evitara reducir el bienestar a indicadores fríos o a decisiones tecnocráticas. - Socialización de la producción
Para que la satisfacción escalonada de necesidades fuera sostenible y universal, sería necesario que la sociedad controlara democráticamente las fuentes de su propia riqueza. Mientras los medios de producción permanecieran en manos privadas y sometidos a la lógica del beneficio, las necesidades humanas serían tratadas como oportunidades de negocio y no como derechos colectivos. La legitimidad plena requeriría, por tanto, no solo gestionar la distribución, sino transformar las bases mismas de la producción, poniéndola al servicio del desarrollo humano. - Más allá de la supervivencia
El verdadero horizonte de la legitimidad no sería simplemente garantizar la base material, sino abrir paso al desarrollo pleno de las capacidades humanas: el reino de la libertad, donde cada persona pudiera realizarse creativa y colectivamente, sin que su desarrollo dependiera de la privación de otros.
Este enfoque ofrece una crítica materialista contundente a sistemas que permiten la opulencia en la cúspide junto a la privación en la base. El progreso dejaría de medirse por el PIB o el poderío nacional y se redefiniría como la capacidad de una sociedad para elevar, de manera inclusiva, el nivel de plenitud humana para todos sus miembros.
En definitiva, adoptar la pirámide de Maslow como metáfora del eje rector no sería un ejercicio de utopía. Podría ser una propuesta pragmática para construir sociedades más justas y cohesionadas, donde la política fuera, por fin, la herramienta científica y ética para maximizar el desarrollo humano.