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De la izquierda al centro. ¿Por qué socialismo y socialdemocracia no son lo mismo?

El socialismo y la socialdemocracia tienen un origen común en el siglo XIX, arraigados en las luchas obreras contra las desigualdades creadas por el capitalismo industrial. Sin embargo, a medida que avanzó la historia, se bifurcaron en cuanto a sus enfoques para lograr la justicia social y económica. Mientras el socialismo optó por una transformación radical de la sociedad, la socialdemocracia, con el tiempo, evolucionó hacia una posición reformista y moderada. Desde una perspectiva crítica, esta evolución convierte a la socialdemocracia en el verdadero centro político, que busca mediar entre el capitalismo y la justicia social sin comprometerse plenamente con ninguna de las dos posiciones.

Origen del Socialismo

El socialismo surgió como respuesta a las condiciones de explotación que el capitalismo industrial trajo consigo a mediados del siglo XIX. Pensadores como Karl Marx y Friedrich Engels desarrollaron el marxismo, que postulaba que las clases trabajadoras (el proletariado) debían derrocar a la clase capitalista (la burguesía) y tomar control de los medios de producción. El Manifiesto Comunista (1848) es uno de los textos fundacionales del socialismo, en el cual Marx y Engels abogan por una revolución proletaria que destruya el capitalismo y dé lugar a una nueva sociedad sin clases.

En su obra Crítica del Programa de Gotha (1875), Marx y Engels delinean las etapas del desarrollo socialista. En su crítica a las propuestas de la socialdemocracia alemana, Marx explicó que el socialismo es solo una fase transitoria. Durante esta fase, el Estado sigue existiendo y las desigualdades no desaparecen de inmediato, pero los medios de producción ya no están en manos de los capitalistas. El objetivo final es el comunismo, una sociedad sin clases, sin Estado y sin propiedad privada, en la que la abundancia de recursos permitiría que cada individuo pueda contribuir y beneficiarse según sus necesidades y capacidades.

Para los marxistas, el socialismo es una etapa necesaria pero intermedia, que debe conducir al comunismo a través de la eliminación progresiva de las relaciones de producción capitalistas. Sin embargo, cualquier intento de mitigar el capitalismo sin superarlo completamente, como proponía la socialdemocracia, era visto como insuficiente.

Origen de la Socialdemocracia

La socialdemocracia nació también en el seno del movimiento socialista, pero a finales del siglo XIX y principios del XX, comenzó a diferenciarse al adoptar un enfoque reformista y parlamentario. El teórico alemán Eduard Bernstein fue una de las figuras clave en esta transformación. En su obra «Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia» (1899), Bernstein defendió la idea de que el socialismo podía alcanzarse mediante una serie de reformas graduales dentro del sistema capitalista, en lugar de a través de una revolución. Este planteamiento, conocido como revisionismo, argumentaba que el capitalismo no colapsaría, y que las mejoras podían lograrse a través de instituciones democráticas y legales.

Bernstein rechazaba la necesidad de una transición inmediata, prefiriendo una vía evolutiva hacia una sociedad más justa. Esto marcó una ruptura dentro del movimiento socialista. Mientras que los socialistas revolucionarios (después autodenominados comunistas), como Vladimir Lenin, seguían apostando por la revolución como el único camino para destruir el capitalismo, los socialdemócratas optaban por trabajar dentro del sistema democrático para promover reformas que mejoraran las condiciones de la clase trabajadora.

Bifurcación Histórica entre Socialismo y Socialdemocracia

La ruptura definitiva entre el socialismo y la socialdemocracia se produjo en el contexto de la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa de 1917. Durante la guerra, muchos partidos socialdemócratas apoyaron la entrada de sus naciones en la guerra, lo que fue visto por los socialistas más a su izquierda como una traición a los principios de solidaridad internacionalista. Este apoyo a la guerra reflejaba la disposición de la socialdemocracia a trabajar dentro de los sistemas nacionales y capitalistas en lugar de buscar una revolución global.

Tras la Revolución Rusa, los socialistas revolucionarios (bolcheviques), tomaron el poder en Rusia y formaron el Partido Comunista bajo el liderazgo de Lenin. Los socialdemócratas, por otro lado, continuaron participando en las democracias liberales de Europa, promoviendo políticas de bienestar social sin buscar una transformación del sistema económico. Esta bifurcación fue definitiva: los socialistas revolucionarios formaron partidos comunistas, mientras que los socialdemócratas adoptaron una estrategia reformista dentro de la democracia liberal y el capitalismo.

La Socialdemocracia como el Verdadero Centro Político

Con el paso del tiempo, la socialdemocracia se ha convertido en el verdadero centro político porque busca un equilibrio entre los extremos del capitalismo y el socialismo. A lo largo del siglo XX, la socialdemocracia adoptó un enfoque que acepta las premisas básicas del capitalismo, pero busca suavizar sus efectos más nocivos mediante políticas redistributivas y de bienestar social. Este papel mediador tiene varias características clave:

  1. Aceptación del capitalismo con correcciones mínimas: La socialdemocracia reconoce las desigualdades y la explotación inherentes al capitalismo, pero en lugar de oponerse a él, como lo hacen los socialistas, opta por un enfoque reformista. Propone un capitalismo regulado, donde el Estado interviene para mitigar los peores excesos del mercado, pero sin desafiar su estructura fundamental. En este sentido, la socialdemocracia se ubica en el centro: no promueve un capitalismo sin regulaciones, pero tampoco aboga por la superación total del capitalismo.
  2. Redistribución sin transformación estructural: Mientras la izquierda socialista busca cambiar las relaciones de producción, la socialdemocracia solo propone una redistribución parcial de la riqueza a través de impuestos y programas de bienestar. No se propone una transformación profunda de la economía capitalista, sino que simplemente se intenta hacer más justa y humana la distribución de los recursos. Esta moderación refuerza su carácter centrista, ya que no busca alterar las bases del sistema económico.
  3. Reformismo en lugar de superación: A diferencia del socialismo, que aboga por la superación del sistema capitalista, la socialdemocracia se enfoca en reformas graduales dentro del sistema existente. Esta apuesta por el reformismo la aleja tanto de la derecha, que defiende el capitalismo sin restricciones, como de la izquierda, que propone una superación del sistema capitalista.
  4. Libertades individuales sin emancipación económica profunda: La socialdemocracia defiende los derechos civiles y políticos dentro de un marco democrático liberal, pero desde una perspectiva crítica, se argumenta que estas libertades son insuficientes si no se acompañan de una verdadera igualdad económica. Las libertades individuales coexisten con las desigualdades estructurales del capitalismo, lo que limita el alcance de la emancipación social. Esto la coloca nuevamente en un punto intermedio, donde no se desafían las raíces económicas de la desigualdad, pero se gestionan sus efectos.

Evolución hacia el Centro en el Siglo XX

Después de la Segunda Guerra Mundial, la socialdemocracia se consolidó como una fuerza política clave en Europa occidental. Gobiernos socialdemócratas, como los de Suecia y el Reino Unido bajo Clement Attlee, implementaron robustos Estados de bienestar, que combinaban una economía capitalista con políticas redistributivas. Sin embargo, estos avances no condujeron hacia el socialismo, sino hacia un reformismo moderado que buscaba hacer más equitativo el sistema capitalista sin transformarlo.


Felipe González y la Tercera Vía: ¿más allá del Centro?. El viraje neoliberal*

*El neoliberalismo es una teoría política y económica que tiende a reducir al mínimo la intervención del Estado.


La Tercera Vía, una corriente política que alcanzó su apogeo en las décadas de 1990 y 2000, representó el punto culminante de la evolución de la socialdemocracia hacia el neoliberalismo político. Líderes como Tony Blair en el Reino Unido y Gerhard Schröder en Alemania promovieron un enfoque que combinaba el neoliberalismo con limitadas políticas de Estado de bienestar, buscando modernizar sus respectivos partidos y adaptarse a las nuevas realidades económicas globales. Sin embargo, esta evolución hacia el neoliberalismo no comenzó con ellos, sino que tiene antecedentes claros en figuras como el expresidente español Felipe González.

Felipe González, quien lideró el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde principios de los años 1980, fue pionero en adaptar la socialdemocracia a un contexto económico neoliberal globalizado. Tras la victoria electoral del PSOE en 1982, González implementó políticas económicas neoliberales, que incluyeron la privatización de empresas públicas, la flexibilización del mercado laboral y la reducción del sector público, a la vez que mantenía el compromiso con ciertas políticas de bienestar social. Esta combinación de políticas neoliberales en lo económico y liberales en lo que se refería a derechos individuales anticipó lo que posteriormente se formalizaría como la Tercera Vía.

Para González, era esencial ajustar la socialdemocracia a las nuevas dinámicas globales, en las que las economías nacionales se enfrentaban a las presiones del mercado internacional. Así, su gobierno marcó un giro hacia el neoliberalismo en la socialdemocracia española, consolidando un enfoque que buscaba equilibrar la desregulación neoliberal con una red mínima de protección social. Este modelo fue clave para la evolución del PSOE y sirvió de inspiración para otros líderes socialdemócratas en Europa.

La llegada de Tony Blair y Gerhard Schröder consolidó esta tendencia en la socialdemocracia internacional. Blair, al frente del Nuevo Laborismo, promovió un enfoque que aceptaba los principios neoliberales mientras implementaba políticas redistributivas moderadas. Su propuesta buscaba dejar atrás las tensiones tradicionales entre el capital y el trabajo, ofreciendo una gestión «más humana» del capitalismo.

Desde una perspectiva de izquierda, la mutación centrista y neoliberal de González, Blair y Schröder es vista como la culminación del proceso por el cual la socialdemocracia dejó de desafiar el capitalismo para convertirse en una fuerza que lo gestiona. Los principios fundamentales e individualistas del sistema capitalista fueron aceptados por estos líderes, quienes optaron por reformas neoliberales acompañadas de limitadas políticas de bienestar, sin buscar una transformación estructural profunda. Esta aceptación del capitalismo, junto con la renuncia a su superación, consolidó a la socialdemocracia como una fuerza política de centro.

Conclusión

El socialismo y la socialdemocracia comparten un origen común, pero sus caminos divergieron cuando la socialdemocracia eligió el reformismo como estrategia principal. Por ello, socialdemocracia se ha convertido en el verdadero centro político, aceptando el capitalismo, pero intentando gestionarlo de manera “más justa”. Al optar por correcciones mínimas en lugar de una transformación profunda, la socialdemocracia ha dejado de ser una alternativa al capitalismo y ha mutado hacia una fuerza política moderada, que canaliza las demandas de justicia social sin desafiar el orden económico establecido.

Proletkult.

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